En el mundo empresarial, hay movimientos que redefinen las reglas del juego. Uno de estos es la estrategia de dividir una gran empresa matriz en varias entidades más pequeñas para maximizar su crecimiento y potencial. Esta idea ha sido popularizada recientemente por el multimillonario José Elías Navarro, dueño de Audax Renovables, quien ha hablado en varias ocasiones sobre este enfoque en sus podcasts, poniéndolo casi de moda. Esta táctica no solo minimiza riesgos, sino que también permite que las empresas hijas se expandan de manera autónoma y se conviertan en líderes en sus respectivos sectores.
Imaginemos por un momento una gran organización que opera con diversos departamentos: logística, tecnología, ventas y producción. Cada uno de ellos es vital, pero también tiene el potencial de ser una entidad independiente con identidad y mercado propios. Transformar uno de estos departamentos en una empresa puede abrir un mundo de posibilidades.
Pongamos un ejemplo práctico. Una empresa textil con un departamento de logística robusto decide convertir este último en una empresa independiente. En un principio, la nueva empresa de logística sigue prestando servicios a la matriz como su cliente principal, garantizando estabilidad en sus primeros pasos. Sin embargo, al estar separada, esta nueva entidad tiene la libertad de buscar clientes externos, desarrollar sus propios productos y servicios y explorar mercados que antes eran inalcanzables bajo el paraguas de la matriz. Con el tiempo, esta pequeña empresa podría crecer hasta superar en tamaño y relevancia a la organización que le dio origen.
Esta práctica, conocida como “spin-off”, permite que las empresas hijas se expandan de manera autónoma y aprovechen su especialización para competir en igualdad de condiciones con otras compañías del mercado. Pero más allá de los beneficios obvios, como la diversificación de riesgos y el acceso a nuevas fuentes de ingresos, también existe un componente de crecimiento cultural y operativo.
Cuando un departamento se convierte en una empresa independiente, también hereda una mentalidad emprendedora. Ya no es una pieza más de un engranaje mayor; ahora tiene que tomar decisiones clave, construir una marca, gestionar sus propios recursos y, en general, ganarse su lugar en el mercado. Esto fomenta la innovación y una mayor agilidad, factores cruciales en sectores donde la adaptación rápida a los cambios es esencial.
Desde el punto de vista de la matriz, esta estrategia también ofrece ventajas. Al externalizar funciones y convertirlas en entidades independientes, la empresa matriz puede enfocarse en sus competencias principales. Esto no solo mejora la eficiencia operativa, sino que también reduce los riesgos asociados a una estructura demasiado centralizada. Además, las empresas hijas pueden servir como laboratorios de experimentación, probando nuevos modelos de negocio que, de tener éxito, podrían ser replicados o integrados nuevamente en la matriz.
Un caso emblemático que ilustra esta estrategia es el de IBM y la creación de Lexmark. En 1991, IBM decidió escindir su división de impresoras y formar una empresa independiente llamada Lexmark. Esta nueva entidad no solo continuó suministrando productos a IBM, sino que también expandió su mercado, desarrollando tecnologías propias y captando una amplia base de clientes externos. Al operar de forma autónoma, Lexmark tuvo la flexibilidad para innovar rápidamente, competir en el mercado global de impresión y diversificar sus ingresos más allá de su cliente matriz.
Por supuesto, esta estrategia no está exenta de desafíos. Crear empresas independientes requiere una planificación meticulosa. Hay que garantizar que la nueva entidad tenga acceso a los recursos necesarios, desde infraestructura hasta talento humano, y que existan acuerdos claros con la matriz para evitar conflictos de interés. Además, el éxito a largo plazo de la empresa hija dependerá de su capacidad para establecer una identidad de marca propia y ganarse la confianza de nuevos clientes.
Otro aspecto a considerar es el impacto en la cultura organizacional. Dividir una empresa matriz en entidades más pequeñas puede generar incertidumbre entre los empleados, especialmente si no está claro cómo afectará la transición a sus roles y perspectivas de crecimiento profesional. Por eso, la comunicación transparente y una gestión del cambio efectiva son fundamentales para minimizar la resistencia, asegurar una transición armoniosa y evitar la fuga de talento.
A pesar de estos retos, los beneficios potenciales hacen que esta estrategia sea una opción atractiva para empresas que buscan evolucionar en un entorno cada vez más competitivo. En última instancia, dividir una empresa matriz en varias empresas más pequeñas no solo multiplica las oportunidades de crecimiento, sino que también democratiza el acceso a la innovación y al éxito. Al final del día, se trata de construir un ecosistema empresarial donde cada pieza tenga la libertad de prosperar y alcanzar su máximo potencial.