El tejido empresarial español está sufriendo una sangría silenciosa: durante el pasado mes de mayo se disolvieron 1.706 sociedades, lo que equivale a una media de 55 cierres de negocios diarios, según datos del Instituto Nacional de Estadística recogidos por La Razón. En la mayoría de los casos (83,9%), las disoluciones fueron voluntarias, reflejando la decisión de miles de empresarios de poner punto final a su actividad.
La cifra impresiona aún más cuando se observa la tendencia a largo plazo. De acuerdo con la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE), en el último año el comercio minorista español ha perdido 14.041 establecimientos, lo que supone un promedio de 38 cierres al día. Son negocios que desaparecen sin hacer ruido, pero cuyo efecto se siente en la economía, en el empleo y en la vida cotidiana de las ciudades.
Una tendencia que se agrava con los años
El fenómeno no es nuevo, pero sí se intensifica. Durante la última década, la estadística muestra un goteo constante de cierres, pero con picos cada vez más dramáticos. En 2022, por ejemplo, se contabilizaban unos 12.000 cierres anuales en el comercio minorista, mientras que hoy la cifra supera los 14.000. El dato de 2025 marca un récord que muchos expertos relacionan con tres factores principales:
- La presión fiscal y el encarecimiento de costes básicos — electricidad, alquileres y materias primas que asfixian a los pequeños comercios.
- La competencia del comercio electrónico, que gana terreno con precios agresivos y un servicio de entrega difícil de igualar para la tienda de barrio.
- La falta de relevo generacional, que deja a miles de negocios familiares sin sucesores dispuestos a continuar.
Una economía que se transforma… ¿a qué precio?
No todos interpretan estos datos de la misma manera. Algunos economistas ven en este fenómeno un “cambio de ciclo” más que una crisis: el cierre de negocios tradicionales iría acompañado del nacimiento de otros modelos más digitales y flexibles. De hecho, el mismo INE señala que junio de 2025 fue uno de los meses con mayor creación de empresas en la última década.
Pero esta visión choca con la realidad diaria de los barrios. La desaparición de bares, papelerías, librerías o tiendas de ultramarinos no solo implica una pérdida económica: también borra parte de la vida social que estos comercios aportaban. Allí donde antes había un tendero que conocía a sus clientes por el nombre, hoy queda un local vacío o, con suerte, un cartel de “se traspasa” que a menudo se prolonga durante meses.
Salvemos el comercio local
Cada cierre es una historia que termina: un emprendedor que no pudo sostener su proyecto, una familia que pierde su medio de vida, un barrio que se queda un poco más despersonalizado. En tiempos en los que se habla tanto de digitalización y globalización, conviene recordar que el comercio local sigue siendo un pilar fundamental para la cohesión social y para el empleo.
La pregunta es inevitable: ¿queremos ciudades convertidas en escaparates impersonales de grandes cadenas, o preferimos mantener vivo el tejido de pequeños negocios que da identidad y cercanía a nuestros barrios?
El futuro no está escrito, pero sí depende en parte de nuestras decisiones como consumidores. Apostar por el comercio local no es solo una cuestión económica: es también una forma de defender la vida de nuestras calles.
Fuentes consultadas
- Instituto Nacional de Estadística (INE) – Datos sobre disolución de sociedades.
- La Razón – 55 empresas echan el cierre cada día en España (julio 2025)
- UATAE – Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (informe 2025 sobre comercio minorista).
- Demócrata – El sector comercial en España enfrenta la pérdida de 14.041 negocios al año